UNA MALA RACHA



El 31 de diciembre de 2017 me rompí el tobillo... desde ahí no he levantado cabeza.
No seré yo quien crea o no crea en el mal de ojo, o en la mirada de un tuerto, pero visto lo visto creo que debería de mirármelo. Todo empezó cuando, al parar en aquel pueblecito de Teruel se me ocurrió la brillante idea de descansar un poco de visitas y dejar que los niños se desfogaran en el parque. Tengo que decir que mis hijas tienen 13 y 10 años, con lo que algunos parques ya se les quedan muy pequeños, pero los hijos de mis amigos tienen edades variadas desde el año hasta los de las mías que son las mayores. Bueno, pues allá que vamos al parque y veo a uno de los niños subido en el columpio de tela de araña. Pensé en gastarle una broma, y me tumbé con él en el columpio, que debía estar muy muy bajo ya que al bajar el pié al suelo hizo palanca y... tachán!! rotura de peroné distal. Yo solo podía gritar: "me he roto el tobillo, lo llevo colgando, llevadme al hospital!!!!" .
Y allá que nos fuimos, perdiéndonos la tarde más interesante del viaje. Al día siguiente, ya en Alicante, me operaron. Una placa y seis tornillos.
Desde entonces no han parado de pasar cosas.
Roberto se quedó sin trabajo (algunos dirían que se fue, otros que lo echaron) cosa que finalmente no ha resultado ser mala, pero que en un principio fue difícil.
A los pocos días ingresaron a mi madre en el hospital (un supuesto micro infarto cerebral) donde estuvo 10 días ingresada, y mientras ella y nosotras estaba allí, entraron a robar en su casa. SI, le desvalijaron la casa, llevándose muchas cosas de valor, y lo más duro es que creo que estaban allí cuando mis hijas fueron a ponerle de comer a los gatos. Aun tengo que dar gracias porque no les pasara nada.
Como soy tan positiva e intento seguir adelante (a pesar de llevar dos meses sin poder andar) y encima estaba super aburrida, retomé el tema de las caravanas (que llevábamos tiempo buscando) y finalmente nos decidimos a comprar una viejita para restaurar. Lo que no sabíamos es que tenía taaaanto para restaurar. Vamos, que si montamos un circo nos crecen los enanos.
Y la última la perra. Hace seis años, mi perrita Noa murió en mis brazos. Desde entonces no me he visto capacitada para tener otro perro. Lo intenté con una acogida de una perra como la mía, pero adulta y no resultó. De modo que ahí se quedó.
Toda mi vida he tenido perro y desde que sucedió lo de Noa, tenía un sentimiento contradictorio. Quería y no quería. Y finalmente lo hicimos. Compramos una golden (si, no soy de comprar perros, pero me apetecía mucho tener uno de esa raza) y a los 4 días hemos descubierto que tiene un problema grave de visión. La persona que nos lo vendió nos devuelve el dinero, pero en casa tenemos un dramón. Las niñas ya se han encariñado con ella (y nosotros también) y nos ha ofrecido quedárnosla sin ningún coste, pero no se si estoy preparada y me siento con fuerzas para quedarme con una perrita que sé que va a darme muchos quebraderos de cabeza y muchos gastos en posibles cirugías y tratamientos. Estoy hecha polvo y no puedo dejar de llorar... así soy yo. Tome la decisión que tome será mala y es una decisión muy muy difícil.
Así que... ¿qué más me puede pasar?

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